Claves para combatir el cambio climático y favorecer una ciudad inteligente

 Una ciudad sostenible es la ciudad capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras, y en particular a través de la protección del medio ambiente y una ciudad inteligente es aquella que incluye en sus infraestructuras las nuevas tecnologías y sistemas de inteligencia artificial y megadatos logrando producir, asimilar y utilizar una gran cantidad de información que junto con la utilización de estas nuevas tecnologías sirva para la consecución de una ciudad más sostenible y menos contaminante.

El camino hacia una ciudad inteligente y sostenible debe ser marcado e impulsado por la Administración.

Actualmente, las políticas que se toman en este sentido resultan insuficientes y suponen muchas veces una sobrecarga fiscal, por la creación de impuestos sobre combustibles y energía, produciendo un efecto negativo en la producción, subiendo los costes del producto final y afectando a la capacidad de pago de salarios de los empresarios. Todo esto supone en una menor producción, con un mayor coste, un mayor precio del producto final en el mercado, menguándose la capacidad adquisitiva del consumidor y suponiendo una traba para el aumento del salario que se estancaría.

Por otro lado, es obvio que el Estado, o las diferentes administraciones, no pueden soportar el coste de rehacer las ciudades que actualmente existen, de una manera inteligente. Lo que si que puede, para no abandonar la idea de transformación de las mismas en este sentido, es alentar la adaptación hacia el uso de las nuevas tecnologías y de una producción y consumo sostenible de productos, servicios y energía, de las empresas, los particulares, y la propia Administración Publica.

Una ciudad sostenible es la ciudad capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras, y en particular a través de la protección del medio ambiente” y una ciudad inteligente es aquella que incluye en sus infraestructuras las nuevas tecnologías y sistemas de inteligencia artificial y megadatos logrando producir, asimilar y utilizar una gran cantidad de información que junto con la utilización de estas nuevas tecnologías sirva para la consecución de una ciudad más sostenible y menos contaminante.

¿Cómo se hace esto?

Esa es probablemente la pregunta clave a la hora de plantear la hoja de ruta que se pretende.

Al respecto, solo podemos dar una humilde opinión sobre cuales son las medidas que las Administraciones podrían tomar para impulsar esta modernización de las ciudades y los sistemas de producción y de la vida en general, hacia un estadio de mayor sostenibilidad, y con un menor perjuicio, pues como ya hemos evidenciado, seda aquí una colisión entre el la función social del cuidado del medio ambiente y el de la actividad empresarial y de consumo.

Como ya hemos indicado, no es posible rehacer ciudades enteras con un alto porcentaje de sostenibilidad y aplicación tecnológica inteligente, de manera semejante a las nuevas ciudades que se están construyendo partiendo de esta idea de base, como la de Aspern o Xiongan. Pero sí puede tomar otras medidas.

La primera, debe de ser que la propia Administración se ordene a sí misma la inclusión de sistemas de IA y nuevas tecnologías en toda obra publica, aun cuando esta todavía no se pueda emplear.

Con respecto de la actividad empresarial, no es correcto cobrar el impuesto por contaminar a las grandes empresas que realicen su actividad en nuestro territorio, en vez de eso, se debería obligar a que las mismas destinen una parte de su beneficio, a modernizar sus instalaciones y procesos hacia la Sostenibilidad/Inteligencia-tecnológica, o bien a la financiación de proyectos o estudios, también cursos de formación para sus empleados, en este sentido. (Esto, no solo supone que la ciudad sea mas sostenible y menos contaminante, sino que a la larga supone un ahorro y una mejora de eficacia, eficiencia, y porcentaje de beneficio a las grandes empresas, implicando a su vez, un aumento de la producción y por tanto del PIB, y una mayor capacidad para el pago del salario.)

En el caso de las PyMEs, debe ser la propia Administración la ponga a disposición de las mismas la solicitud de acceso a subvenciones y financiación para la realización de sus propios proyectos o cambios técnicos o de organización interna que les conduzca hacia una mayor modernización y sostenibilidad de sus procesos. (Esto igualmente produce una bajada en la contaminación y una mayor sosteniblidad general, además de facilitar la adaptación de la pequeña empresa para ser competitiva y sostenible.)

Respecto del particular, el Estado debería abandonar sus inútiles políticas en fomento de la mujer trabajadora, y de las trabas y discriminaciones que sufre parte de la población, al ver que sus esfuerzos o valía no son reconocidos ni compensados, por tener una mayor prioridad o importancia para la Administración Publica, la emprendedoría y promoción de la mujer en el trabajo. En su lugar, el Estado, consciente de la necesidad de estos cambios y de la modernización de su industria y del estilo de vida de los ciudadanos, ha de fomentar el meritaje, premiando con becas para estudiar en las mejores universidades del mundo, a aquellos ciudadanos que destaquen en estos campos, con la única condición de que los mismos, tras acabar los estudios que les han sido financiados, trabajen durante ‘X’ tiempo en España, bien sea dentro del sector publico, o bien en caso de que haya alguna empresa interesada y así lleguen a convenirlo, en el sector privado (empresa española). (Esto no solo supone la promoción individual de cada particular que acceda a este tipo de beca, sino que supone un beneficio para la sociedad en su conjunto al introducirse estos sujetos altamente preparados en estas nuevas tecnologías, dentro del mercado español.)

Y en general, con respecto a todas las personas, sean físicas o jurídicas, que residan o ejerzan su actividad en el territorio español, y que decidan invertir en la instalación de sistemas de producción de energía sostenible, no puede la Administración cobrarles un impuesto o tasa por este hecho. De esta forma la gente y las empresas, estudiaran y decidirán la instalación y modernización de sus locales y sistemas de producción o utilización de la energía, mejorándose la calidad de la misma, reduciéndose la contaminación, y abaratándose notablemente los costes de la misma.

Fátima, Sofía, Santiago y Juan María

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