La educación también puede ser el "arma más poderosa" para implantar la economía circular

Decía Nelson Mandela que "la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo’’. Y tan cierta es esta afirmación, que queremos poner hoy nuestra atención en cómo, a través de la enseñanza, los niños, los adolescentes y los jóvenes toman consciencia de que existe un modelo económico y productivo que se basa en la sostenibilidad, el ahorro de recursos y fuentes de energía renovables.

Partimos de la premisa de que la economía circular, y todos los beneficios que su desarrollo supone para el medio ambiente,  debe ser parte del conocimiento colectivo, comenzando por la educación básica a toda la sociedad y en concreto a los jóvenes, en donde el principio de que “no podemos tomar más de la naturaleza de lo que le devolvemos”, sea incorporado en los planes de estudio de nivel básico.

Para ello es esencial que la Sociedad tome consciencia que el sistema económico de producir-usar-tirar (lineal) debe cambiar hacia el modelo circular poniendo en acento en la recogida y el reciclado de los residuos de todo lo que consumimos.

En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (2012) la Educación Ambiental adoptó la denominación de "Educación para el Desarrollo Sostenible" (EDS), alentando "firmemente a las instituciones educativas a que consideren la posibilidad de adoptar buenas prácticas de gestión de la sostenibilidad en sus centros y sus comunidades con la participación activa de, entre otros, estudiantes, profesores y colaboradores locales, e impartan educación sobre el desarrollo sostenible como componente integrado entre disciplinas".

Y en 2014, la Conferencia Mundial sobre la Educación para el Desarrollo Sostenible bajo  el  título  de  “Aprender  hoy  para  un  futuro  sostenible”, puso  en  marcha  el  Programa  de  acción  mundial  de  Educación  para el  Desarrollo  Sostenible  y  se  adoptó  la  Declaración de Aichi-Nagoya. El Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (DEDS, 2005-2014) nació de un acuerdo suscrito por los Estados Miembros en 2002  en  la  Cumbre  Mundial  sobre  Desarrollo  Sostenible  encaminado  a  fortalecer  la  función  que  desempeña la educación en el logro del desarrollo sostenible.

La educación medioambiental aun no se ha implantado como una asignatura en sí ya que normalmente va integrada como una unidad específica en a asignatura de Ciencias Naturales. No obstante, Italia va a ser el primer país del mundo en incluirla en la enseñanza oficial, este próximo año, y prevé impartir temas relativos al calentamiento global para concienciar a los más jóvenes a contribuir en el desarrollo y la aplicación de los principios de la Economía Circular.

En el panorama nacional, Canarias ha diseñado un programa de sensibilización en economía circular y enseñanza medioambiental que se puso en marcha en el año 2017. Este programa sirve para promover, divulgar y sensibilizar sobre las cuestiones de sostenibilidad y economía circular entre los alumnos de educación primaria, secundaria y Bachillerato en centros de enseñanza pública y concertada.

El contenido, tanto de la asignatura en Italia como del programa en Canarias está basado en el consumo de recursos renovables y no renovables, los ciclos de la vida de los materiales, los residuos y su reutilización, las fuentes de energías tradicionales y alternativas, las especies de animales y vegetales, el efecto invernadero y sus consecuencias que tendría en la tierra y el deterioro de la capa de ozono.

Así, cuando estos jóvenes educados en el respeto y cuidado del medio ambiente lleguen a posiciones gerenciales, habrán incorporado los conceptos del reciclado de materiales y desechos, de la restauración del medio ambiente y del bienestar de la Sociedad. La creación de conciencia colectiva de sustentabilidad es una parte de la solución, la otra es conocer las metodologías para convertir los conceptos en acciones de generación de valor económico, ambiental y social.

Por todo ello, pensamos que el reto es inculcar a los estudiantes un principio básico de sobrevivencia del planeta y de responsabilidad social, para “devolverle a la naturaleza más de lo que de ella extraemos”.

La principal solución ante este gran problema del siglo XXI está en la educación, concienciando y sensibilizando a los niños y los más jóvenes sobre las repercusiones que puede tener si no se cuida el medio ambiente, ya que, al fin y al cabo, los jóvenes son el futuro y a los que más afectarán los efectos producidos por el cambio climático si éste no se mitiga.

Demetria, Paola, Alejandra, Ana y Marta

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